Wanda
y Tana se marcharon. Después de aquella inesperada visita, yo estaba agotado.
Me fui a mi rincón, donde me sentía más protegido, y me eché a dormir.
Un
par de horas después, desperté renovado enérgicamente. Tenía ganas de jugar y
...
... correr y, al parecer, el humano también. Cogiéndome en brazos, salimos de la casa y nos subimos en un cuadrilátero de metal lleno de botones y luces. Tras unos segundos, aparecimos en un portal, por el que accedimos a la calle. Dejándome en el suelo y sin poder aguantarme más, hice pis. El humano me aplaudió y me acarició mientras lo hacía, así que me puse muy contento. Descubrí que ahora sí le gustaba que hiciera pis.
Cogiéndome
nuevamente en brazos, me acercó a un humano de pequeña estatura y manos
pegajosas. El humano bajito me acarició algo rudo, intentando tirar de mis
orejas y meterme los dedos en los ojos. Pensé que ese pobre humano era algo
torpe y tonto. No se lo tuve en cuenta.
Avanzando
unos pasos, otro humano se acercó a mí para acariciarme con más dulzura y
cariño que el humano enano. Esta caricia me gustó mucho más. Era agradable,
lenta, tranquila. Me sentí sosegado.
Se
acercaron a mí más humanos que me acariciaron sin cesar. Descubrí con eso que yo
era suave y que eso les agradaba. Me sentí importante. Me sentí feliz.
¿Cuál sería el próximo
descubrimiento? ¿Me gustaría también? Supe que no tardaría mucho en descubrirlo…
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